El arte como herramienta de sanación
Asraya Bhakti Devi Dasi
Asraya Bhakti Devi Dasi es una artista chilena que desde hace quince años realiza obras de restauración y pintura en altares, trulys y templos de Consciencia de Krishna. También construyó esculturas, murales y escenografías inspirados en la protección de la madre tierra, el vegetarianismo y el veganismo.
Ella nació en Valparaíso, Chile, pero actualmente reside en Colombia, en un pueblo turístico en la montaña con uno de sus hijos, Krishna Kaviraj Das. Trabaja en forma independiente, creando lienzos sobre armonía y arte consciente a pedido.
La devota es licenciada en artes plásticas y desde 2004 se inició con Bhaktikavi Atulananda Acharya Swami Maharaj. Desde aquel momento que marcó un antes y un después en su vida espiritual, la artista realiza servicio devocional poniendo especial dedicación y cuidado a cada una de las obras encomendadas.
Tuvo a su cargo la coordinación de las obras de restauración de la cúpula interna del templo de Samadhi de Srila Harijan en Varsana, Colombia. Y estuvo durante 15 años en los programas de Eco Truly Park en Perú. Además fraguó los mosaicos del Eco Truly Park, como parte de un proyecto de reconstrucción de 18 trulys, iniciativa que duró cinco años.
La artista armónica además brinda talleres de arte terapia, organizó cursos de voluntariado y realiza obras de arte con material reciclado, diseño ambiental y jardines. Asraya construyó un inmenso mural de seis metros de alto en la fachada del templo de las madres en Valparaíso, Chile.
“Mi historia es un poco trágica pero bonita. Cuando tenía siete años con mi familia regresamos de Europa a Chile. Mi padre fue exiliado político cuando fue la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile. Tuvimos que vivir durante varios años en Estocolmo, Suecia. Recuerdo que siempre estaba encerrada en mi casa, mis papás trabajan mucho y tenía una niñera que me acompañaba.
Luego regresamos a Chile, fue un momento muy especial para nosotros volver a mi país, a mi tierra. A los pocos meses, mi padre se compró un auto y un día al regreso de un bautismo a la medianoche tuvimos un accidente automovilístico. Chocamos con un auto que conducía una persona alcoholizada. Falleció un amigo de mi padre que venía con nosotros y yo me salvé, porque iba en el asiento trasero del auto. Sin embargo el choque produjo que el asiento de mi padre me cortaba en varias partes mis piernas.
Estuve durante un buen tiempo acostaba en la cama, sin poder caminar. Estaba enyesada y no podía mover el cuerpo desde la cintura hacia abajo, así que mi madre me traía lápices y cuadernos para que ocupara mi tiempo. Así comenzó el arte en mi vida. Aprendí a pintar montañas y niños corriendo, eso se fue desarrollando con mucha fuerza en mi vida.
Un día fuimos con mis padres al monasterio de Las Carmelitas Descalzas, y mi madre me entregó a Sor Teresa de Los Andes, una hermana cristiana santa que era sanadora. Tiempo después de iniciada me enteré que era la tía abuela de Gurudeva Atulananda Acharya. El milagro fue que volví a caminar gracias a la Teletón y al milagro que hizo Sor Teresa de los Andes. La inspiración siempre estuvo, siempre me dejé llevar por la inspiración y por el proceso, más que por el resultado de mis obras.
A mí me encanta relatar esta experiencia porque me siento bastante afortunada de haber vivido algo así, aunque aparentemente sea algo trágico. Hay una hermosa historia de una niña entendiendo la espiritualidad a esa edad. Entonces por eso necesito compartirla para que las personas entiendan una sola cosa y es que desde el primer momento es importante inculcarle la espiritualidad a los hijos. Por eso mandé poco a la escuela tradicional al mío porque siento que las bases de una vida decente y saludable es que la persona primero desarrolle la fe, crea en Dios y tenga una vida espiritual.
De ese momento, cuando fuimos a agradecer a Sor Teresa de Los Andes, recuerdo estar al frente del féretro de ella, estaba el ataúd de vidrio, en dónde estaba conservado el cuerpo a temperatura ambiente, permanecía intacto, solo había una reja que nos separaba de un par de metros de distancia de la urna de la Santa. Ella estaba como suspendida en el tiempo, recuerdo un aroma muy dulce y especial que nunca olvidaré hasta que visité el templo de Peñalolén donde estaban las Deidades en Santiago de Chile.
Esta experiencia significó un antes y un después en mi vida. La educación universitaria en Chile es bastante competitiva, se promueve que como artista te interese mostrar tu arte en galerías internacionales, buscar la fama, el nombre y el prestigio.
Todo lo que sucedió en mi vida, es un arreglo de Krishna. Creo que en realidad para las personas que empiezan este camino espiritual uno se da cuenta que todo se vuelve místico.
Es muy importante tener comprensión de la filosofía para entender de que no tiene que haber una retribución económica por el servicio que uno hace, porque justamente es un servicio desinteresado que uno realiza y por lo tanto no hay que esperar nada a cambio. Comprender esto fue una de las grandes decisiones de mi vida, porque solamente así se puede hacer servicio devocional ininterrumpido para Dios. Si uno no comprende esto, por decirlo de alguna manera, entonces seguramente va durar poco en Consciencia de Krishna.
Una vez soñé con que Srila Harijan me pedía un servicio, y así fue. Cuando llegué a Varsana, me tocó vivir como siete meses fuera del templo para no incomodar a los devotos, porque yo estaba con mi hijo.
Recuerdo que había manchas de humedad en el techo de la cúpula, con una pintura muy fea llena de hongos. Por eso entendí que me pidieran este SEVA, porque no soporto esto como artista, así que me puse manos a la obra.
El proyecto inicialmente de los mosaicos se le presentó a prabhu Hrday Chor Das de Argentina, una eminencia en este tema. El estaba parapléjico, de la cintura hacia abajo. Yo lo ayudaba en todo lo que él necesitaba, era mi forma de apoyar como directora de armonía, arte consciente. El taller tenía que estar acondicionado con todos los insumos necesarios y que fuera accesible para Hirday porque él estaba con muletas. Eran cuatro mesas juntas con mosaicos de dos metros a la redonda. Un gran trabajo. El tema es que él viajó a India, y tuve que hacerme cargo de terminar este trabajo, fue todo un desafío para mí, pero se logró.
Cuando uno trabaja haciendo servicio de arte consciente con las Deidades hay que entregar el cuerpo, las manos, dejarse guiar, porque ellas saben lo que quieren, por ejemplo, sabe yo trabajé dentro del altar de Gouranga Radha Vayesvara, y esa es una energía muy fuerte, tan fuerte que yo terminé dos semanas enferma de tanta purificación que recibí al trabajar para ellas. Y eso que solo fue pintar otra vez por dentro, solo fue retocar todas las paredes y los muebles porque era todo blanco.
Ellas saben lo que necesitan y saben que hay cosas que no quiere que nadie se las toquen y que están bien; pero hay cosas que toca cambiar entonces en realidad esto de entrar al altar es un tema de entrega. Yo puedo prestar mi cuerpo mover mis manos, subir a la silla cambiar el fondo, si tú quieres, pero si deseas que siga así está bien, no lo voy a cambiar. Se trata de conectarse con el altar y las Deidades, ellas no quieren que te vayan, te siguen dando servicio. Hay otras que no necesitan tanto, o te mandan a buscar, como Gouranga Radha. Cuando llegué a Peñalolén, veo mi servicio, arreglar la cúpula de arriba. Me puse a trabajar mucho, recojo, se limpia todo, se colocan las deidades de nuevo y con el altar se abre, viene entrando Bhaktikavi Atulananda Acharya Swami Maharaj con el Cónsul de la India y una comitiva de personas muy importantes. Por eso yo sentía que las Deidades me apuraban a terminar el trabajo.
Producción: Ragatmika Bhakti Dd