La vida humana es una pregunta
Hemos elegido iniciar este espacio abierto al diálogo filosófico y espiritual, dirigido a una audiencia de lectores ávidos por respuestas a sus diversas interrogantes, con la confianza de que esta actitud de indagación sincera sea un punto de partida común de muchos buscadores que emprenden el audaz recorrido hacia una vida sabia e iluminada. Muchos de nosotros podemos dar testimonio a esta idea, compartiendo los más variados y coloridos relatos sobre cómo nos acercamos a la práctica espiritual aspirando saciar un apetito inquisitivo e ideológico, más o menos voraz, sobre la Verdad inherente a la existencia.
Según la enseñanza de los Vedas, aquellas preguntas de valor cualitativo, que se enuncian con un recóndito e inquieto ¿por qué? señalan el inicio de la vida humana, que en su pleno ejercicio del potencial único e indivisible que la constituye, enaltece su naturaleza más esencial. Podríamos afirmar que el valor o concepto de ‘humanidad’ depende y es proporcional a nuestro interés y compromiso en favor de resolver esta pregunta inicial ¿por qué?, ya que en su respuesta más conclusiva subyace el reconocimiento y cultivo del ser interior en su afán de autoconocimiento, lo cual conlleva a desplegar su riqueza innata, en la forma de virtudes y valores superiores que ornamentan su carácter. Ya que es este ser interior, enajenado de sí mismo, el propio examinador del mundo que lo rodea; quién con su tierna inocencia insiste en conocer, una y otra vez, la causa y razón primordial de todo lo que observa, proyectando en cada objeto de análisis su propio dilema existencial.
Saber cómo orientar esta tendencia natural a indagar, de una forma positiva y progresiva hacia su mundo interno, es la primera gran labor del ser humano, en pos del desarrollo gradual de su máxima capacidad individual. Así clama resuelta e imperativamente el Vedanta, en su primer aforismo athato brahma jijñasa, donde se afirma:
«Ahora, en la forma humana de vida uno debe indagar sobre Brahman, la Verdad Absoluta, la naturaleza trascendental y espiritual».
De esta forma, una mera curiosidad preliminar, que parte de un corazón candoroso y ardiente por encontrar la Verdad, cruzará los lindes de lo ordinario y hallará reposo en la tierra de lo metafísico, donde el ¿por qué?, enfocado a desvendar el principio más substancial de todo lo que existe, será el umbral rumbo a la conquista de su más bello sentido de identidad.
A continuación, compartimos algunos tópicos referentes a este tema, presentados por Srila Tripurari Maharaj, un prominente autor y representante de la tradición espiritual Gaudiya Vedanta, quién expone de forma clara y profunda el mensaje esencial de la cultura de los Vedas, presentando el tema bajo el concepto de ‘integridad intelectual’, que invita a un abordaje amplio e inclusivo de su lectura, con un enfoque, ciertamente, actualizado a los tiempos que corren.
¿Por qué?
La vida humana es una pregunta. Nosotros como seres humanos somos en sí una pregunta, y ¿cuál es la pregunta?, Esa pregunta es: ¿Por qué?
Los animales, los árboles, las flores, los peces no están preguntando ‘por qué’, ellos están preguntando ‘¿cómo?’ “¿Cómo puedo comer? ¿Cómo puedo dormir? ¿Cómo puedo conseguir una pareja? ¿Cómo puedo obtener seguridad, protección?” Este es el tipo de pregunta que el mundo material puede responder, pero para la pregunta de ‘por qué’ el mundo material no halla respuesta. ¿Por qué? Porque esta es una pregunta cualitativa, no cuantitativa. Esta pregunta se refiere a significado, propósito y valor. Rojo, azul, feliz, triste, todas estas son experiencias cualitativas, no experiencias cuantitativas. La naturaleza material es cuantitativa, tiene peso, velocidad, dimensión; simplemente se compone de fuerzas físicas interactuando entre sí, y no hallamos un por qué allí.
«El alma en la forma humana goza de una especie de libertad condicional».
Sin embargo, esta pregunta del ‘por qué’ llega en la vida humana, porque el alma en la forma humana goza de una especie de libertad condicional. Así como a una persona que es condenada a prisión durante un determinado tiempo, le dan la posibilidad de estar fuera de la cárcel por un corto período, mientras la observan para saber cómo se comporta y así decidir si puede quedar definitivamente libre, de la misma manera, el alma en la forma humana está en esa etapa de ‘libertad condicional’, en la cual está siendo probada y examinada. Comparativamente hablando en relación con las formas animales de vida, en la vida humana existe una libertad mayor y es por ello por lo que esta pregunta se presenta.
Debemos encontrar razones para confiar
A través de una buena compañía y de una práctica espiritual adecuada, el ser humano comprenderá, teniendo una realización de la medida en la cual él existe. En realidad, no somos conscientes de la medida en la cual existimos y por lo tanto a veces llegamos a concluir que quizás no existamos y por lo tanto debemos estar alertas. Verdadero conocimiento significa comprender “yo sé que soy”, y que no me encuentro confinado por tiempo y espacio.
Algunas personas preguntan: “¿Crees en el alma?” Y ¿qué decimos nosotros? “¡Pregunta equivocada!” Mas una vez ellas indagan: “¿Crees en la consciencia?” Y nosotros, enfáticamente expresamos: “¡Pregunta ridícula!” Por supuesto que existe la consciencia, porque no podemos creer en nada sin la consciencia. Necesitamos consciencia para creer en algo. Y ¿qué es la consciencia? Es algo cualitativo, es una unidad de valor, significado, propósito. Cuando proyectamos la consciencia hacia la materia, allí la materia adquiere propósito, significado y valor. Si el mundo de la materia importase, independiente de la consciencia, ¿quién sabría al respecto? ¿A quién le importaría? La consciencia es aquello que realmente importa, porque allí es donde reside el valor, el propósito y el significado, no en el mundo físico. ¿Qué es lo que nos está diciendo entonces el mundo físico a nosotros, cómo él puede hablarnos? En un sentido más amplio, ¿qué es lo que la naturaleza está tratando de decirnos a los seres humanos?
Sabemos que, si uno se acerca a “algo” con amor, ese “algo” nos revelará todos sus secretos. La naturaleza nos está empujando en una dirección, ella está intentando revelarnos algo. Ella quiere mostrarnos que tiene un alma y que esa alma somos nosotros y esto es lo que puede ser experimentado en la vida humana. La naturaleza nos está invitando a resolver estas preguntas acerca de valor, propósito y significado, pero no a través de explorar en gran detalle su contenido material, ya sea con un microscopio o con un telescopio, más bien nos está invitando a mirarnos a nosotros mismos. La naturaleza nos está empujando, pero dándonos un ímpetu negativo, para mirar hacia adentro, en lugar de mirar hacia afuera.
Objetivamente y de tantas formas la naturaleza nos está diciendo que no podemos quedarnos aquí, que esta no es nuestra tierra última, que estemos alertas, que esta morada es peligrosa. La salida y la puesta del sol es un fenómeno muy hermoso, pero si le prestamos atención, lo que de verdad nos está diciendo es que la vida tal cómo la entendemos ahora, nos está siendo quitada. Cada día, uno tras otro, es lo que el sol nos está diciendo. ¿Qué tanto más fuerte queremos que la naturaleza nos hable? ¿Qué evento más grande, qué idea más grande que la salida del sol podemos concebir? Si un día el sol no aparece nos enteraremos que no salió, ¡seguro! Es un evento muy grande, pero prácticamente nunca pensamos al respecto de esto. Nos distanciamos tanto de la materia que nos resulta cada vez más difícil escuchar su mensaje y el ímpetu que nos está entregando a cada uno de nosotros para ir hacia dentro.
Entonces, aquellos rishis o sabios que están haciendo este ejercicio de introspección pueden llegar a escuchar a la naturaleza hablándoles de esta manera. Por lo tanto, si deseamos entender el concepto con significado, propósito y valor debemos dirigirnos hacia el mundo de la consciencia, hacia el mundo subjetivo.
Revelar la naturaleza del plano de la duda es el comienzo del plano racional que nos lleva a desarrollar fe.
Revelar la naturaleza del plano de la duda es el comienzo del plano racional que nos lleva a desarrollar fe. Uno puede darse cuenta: “¡Oh, eso siempre estuvo allí, frente a mí, pero yo no lo había visto!” Y así, uno cae en cuenta que estaba dirigiéndose en la dirección opuesta, pensando que por adquirir elementos de fuera uno se iba a volver más. Pero en verdad funciona exactamente a la inversa, ‘menos es más’. Y en este punto la fe está siendo gestada, pero ésta no es una fe ciega, sino una fe bien razonada. Ella incluye dentro de sí misma la conclusión racional de que el razonamiento en sí es útil, pero es limitado.
El mundo superior e interno, que incluye en su círculo al mundo inferior y externo, se representa simbólicamente ante nosotros. Sus símbolos, sus mitos, no son hechos en los que uno deba creer ciegamente o historias que necesiten ser probadas empíricamente antes de proceder a aceptarlas. Mythos no es logos, pero tampoco es irracional abrazar lo mítico y lo simbólico, comprendiendo que en el intento de saber algo conclusivamente, logos nunca podrá revelarlo. Tampoco es lógico prescindir de los mitos por completo en nombre de aferrarse exclusivamente a logos.
Como señala Karen Armstrong, la palabra latina ‘credo’ deriva de la raíz cordare, la cual implica acción. Ella proviene de un concepto de acción contraria a la idea de estar sentado a un lado del cerco conjeturando acerca de la naturaleza y de la hierba que está al otro lado, en lugar de saltar el cerco y de hecho tener una experiencia directa de esa hierba. En otras palabras, la idea es que el razonamiento no es capaz de dar una idea completa del misterio que representa la vida. Por otro lado, literalmente cordare significa: ‘dar el corazón’, comprometerse. Tal compromiso fomenta la comprensión de algo que no se puede confinar dentro de la cerca intelectual.
El hecho es que la fe en su aceptación de lo simbólico es transracional, o sea que involucra una experiencia más allá de lo que es posible obtener solo a través del pensamiento racional, pero ello no implica que sea en sí misma irracional. La fe, por una buena razón, surge del misterio que subyace en la estructura y la naturaleza de la realidad, un misterio que en su totalidad nunca será desmitificado por completo, a pesar de lo que pueden hacernos creer aquellos que han puesto la razón en su altar. El misterio de la vida, que da lugar a la fe como un medio supra-racional de desvendar su propio enigma, para lo cual la razón no posee la clave, sugiere que la fe es fundamentalmente racional, ya que es una respuesta lógica a lo misterioso. De esta forma, cuando nos enfrentamos a lo desconocido, debemos encontrar razones para confiar.
Narayani Priya Devi Dasi
Rishikesh India
Referencias y fuentes de investigación para este artículo:
On Faith and reason (https://swamitripurari.com/2009/05/on-faith-and-reason/)
The planets of faith (https://swamitripurari.com/2013/12/the-planet-of-faith/)
Transcripción de un extracto de una clase de Srila Tripurari Maharaj llamada “Razón y fe”, dictada en Buenos Aires, el 3 de febrero de 2020.