Sanación (Sana – acción)
Por Jalangi Devi Dasi
Cuando tenía 34 años, había estudiado psicología y estaba trabajando en una comunidad terapéutica fuera de la ciudad de La Paz, en Bolivia. En esa época bebía alcohol, fumaba tabaco, algunas veces fumaba marihuana y no tenía pareja. En esa comunidad terapéutica ubicada en Purarani, yo había empezado un proceso de autoconocimiento y me di cuenta que era agresiva, torpe y ofensiva, razón por la cual tenía muy malas relaciones interpersonales.
El programa de rehabilitación incluía el proceso espiritual, que por primera vez lo había escuchado como un avance, como una herramienta de sanación y como un proceso interior. Todavía no lo comprendía muy bien, pero por primera vez escuché acerca de esto.
Trabajar en una comunidad de adicciones, me ayudó a reducir mi consumo; no tenía idea de cuánto daño me estaba haciendo. En esa búsqueda espiritual, pensaba que había espiritualidad sólo en las iglesias, entonces empecé a frecuentar grupos católicos y cristianos. Quería hacer actividades sin consumir drogas. Cuando los conocí, hacía muchas preguntas, tenía mucho ánimo de conocer y no había quien me las respondiera. Después, conocí a los cristianos “metaleros”, que estaban dirigidos por un pastor joven, un psicólogo al que le gustaba la música metal. Él es una persona muy seria, con valores, comprometido en su servicio. Por misericordia del Señor, ahí conocí al prabhu Narasimha y nos hicimos amigos. Él hablaba de cosas tan trascendentales, tan elevadas. Yo sentía mucha admiración y respeto y le preguntaba dónde había aprendido y escuchado lo que me contaba. Con el tiempo nos hicimos pareja. En esos meses, yo le pedía que me llevara donde él aprendía todo eso.
Cuando llegó el día, me llevó al templo de Sri Radha y Krsna, del Señor Gauranga ubicado en La Paz, Bolivia. Cuando llegué allí, sentí haber encontrado lo que estaba buscando. Los sonidos, las imágenes, las palabras, sentarse en el piso, la comida, todo me parecía muy raro, porque yo no conocía nada de la cultura de la India.
Cuando escuché las clases, supe que eso era lo que estaba buscando, porque cuando yo tenía una pregunta, la persona que estaba dando las clases, me la respondía de una manera coherente, consistente y amorosa. Sentía mucho cariño, amabilidad, me gustaban las clases y me tranquilizaba mi ansia de saber, de conocer, pero la verdad es que yo no había tomado en serio profundizar e indagar sobre lo que era esta propuesta.
Han pasado los meses, y las matajis que estaban en el templo, anunciaron que iban a llegar los gurus y preguntaban si alguien quería iniciarse. En mi corazón no habitaba ese deseo. Llegó octubre del 2014, y en ese momento nos avisaron que llegaban los gurus y nos invitaron a asistir a las clases.
Fui al templo, a diferencia de otros días el templo estaba muy lleno, todas las matajis y prabhus estaban con ropa devocional, había mucho movimiento, música, prasada, flores y guirnaldas. Me llamó mucho la atención el por qué de tanto movimiento, tanta alegría y tanta gente. El templo estaba lleno de personas de diferentes lugares.
Cuando llegué me invitaron a pasar, diciendo que en el templo estaban dando una clase. Entré y vi que la clase estaba llena y que había un señor sentado en una silla más alta. Cuando él comenzó a hablar, sonrió y por su forma de expresarse, de exponer las ideas, sentí como si lo conocía. Me di cuenta que todos querían estar cerca de él, prestarle servicio, le hacían reverencias y le daban regalos, sentí una energía muy fuerte. Cuando terminó la clase y salí al comedor, me acerqué a una madre a la que le tenía confianza y le dije, yo me quiero iniciar con él. Yo no sabía su nombre, ni en qué consistía la ceremonia de iniciación, fue más un impulso. La verdad es que yo no sabía a qué me iba a comprometer. No entendía muy bien lo que significaba, solo quería rendirme también a sus pies de loto.
Había pasado un día o dos y esa madre a la que le confié mi deseo, me presentó a Srila Bhaktikavi Atulananda Acharya Swami. Sentí una energía muy bonita, es como si solo con escucharme y verme, él ya supiera quién era yo. Él me ha dado su misericordia iniciándome, explicándome y eligiendo conmigo mi nombre espiritual. Mi nombre es Jaqueline, entonces, él ha elegido Jalangi. Luego, Él me hizo unas preguntas, le conté que estaba ayudando en una comunidad terapéutica, eso le gustó y hablamos de los detalles de la ceremonia.
Yo, no había tomado clases de pre-iniciación, no tenía ninguna etiqueta porque trabajaba fuera de la ciudad y dos veces al mes llegaba al templo. La misericordia inmerecida que recibí de Gurudeva, de Sri Gauranga y de Sri Radha y Krsna, ha sido muy grande en este caso porque yo no sabía ni cómo dirigirme a Gurudeva.
A partir de la ceremonia de iniciación, siguió una ceremonia de fuego que fue muy bonita. Gurudeva me dio una nueva oportunidad, me dio un nombre, una madre me puso las kuntis que él tocó, él cantó el maha mantra en mi japa, y desde ahí empezó todo un proceso de transformación, un camino de autoconocimiento para indagar sobre cuál es la naturaleza de uno mismo y cuál es mi relación con el Señor Supremo, Su personalidad, Su persona.
Ha sido todo un proceso de re-aprender, de desaprender para volver a aprender. Con algunas clases me ponía muy feliz, sentía que al fin había encontrado un lugar, una filosofía que aclaraba todas las dudas que yo tenía. Con otras, en cambio, me quedaba con una sensación de tristeza, de frustración e incluso de rabia, porque todas las cosas que yo había creído como verdades y a las que me había aferrado, eran ilusiones, especulaciones, no eran verdaderas.
Ha sido un proceso de deconstruir para volver a construir y también de aceptación de muchas cosas, en el sentido de que tuve una infancia muy violenta. Vivía con mi papá, mi mamá y mis hermanos. Los tuve cerca como familia, pero había mucha violencia. Yo pensaba que era una víctima y que mis papás habían sido abusivos, que yo era torpe, agresiva y ofensiva porque ellos me habían transmitido eso y que era su responsabilidad que yo fuera así.
En ese sentido ha sido muy sanador para mí aprender que los padres son nuestros primeros maestros, que hemos formado esta familia por karma, porque lo merecíamos y también porque tal vez lo necesitábamos. Si mis padres no hubieran sido estrictos conmigo quién sabe dónde estaría y qué estaría haciendo, si incluso con padres tan estrictos me daban ganas de beber alcohol.
En la conciencia de Krsna y gracias a Gurudeva comprendí que todo es perfecto, que el Señor no se equivoca, que esos padres me los merecía, que los había pedido de alguna manera y que tal vez eran lo que yo necesitaba para educarme. Viendo el lado positivo, que es algo que también he aprendido gracias a Gurudeva, pues he llegado a la Conciencia de Krsna a sentir atracción por el Señor supremo, a tener un maestro espiritual y a mejorar mi sadhana, el canto de mis rondas; todas acciones específicas para avanzar en la vida espiritual. Quizás eso es algo que mis padres me han dado y gracias a ellos avanzo con un pasito pequeñito a la vez.
He aprendido a dejar de ser una víctima, gracias a Gurudeva, gracias a sus clases, a su forma de explicar todo tan sencillo. Traté de acercarme a la literatura sagrada, leer, pero no es lo mismo leer que escuchar. Escuchaba las clases en CD que distribuían las madres o los devotos de conferencias que habían grabado, luego fue en archivos que me pasaban a mi pendrive, después seguí las clases de Gurudeva por Skype y luego en Facebook, siempre llegaban las clases de Gurudeva y había forma de acceder a ellas.
La experiencia en el templo
Viví en un templo durante un año y medio. Al vivir en un templo realmente se practica sadhana, la atención a las Deidades, asistir al mongol artik y a las lecturas del Srimad Baghavatam, la colecta, el canto de las rondas, la vida comunitaria, las clases del Bhagavad Gita y todo el servicio de una manera inspirada, escuchando las clases de Gurudeva y siguiendo sus recomendaciones, escribiéndole a su correo electrónico en ese entonces y esperando su respuesta.
En ese proceso de vivir y convivir con los devotos y las madres, de ir aprendiendo y avanzando en comunidad, también me di cuenta que era muy individualista, egoísta, competitiva y criticona, tenía todos esos anarthas. Juzgaba, me enfocaba en lo negativo. Según yo, ya estaba mejorando porque había dejado el alcohol, el tabaco, el sexo ilícito y los juegos de azar, me sentía muy bien conmigo misma. Sin embargo, en el templo me di cuenta de que hay muchas cosas sutiles de las que estaba muy contaminada.
Cuando vivíamos en el templo, Gurudeva sí o sí, venía una vez al año, regularmente a mitad o a finales del año. Para su llegada se hacía un gran festival y conferencias para predicar en auditorios de la ciudad y también había visitas a las fincas. Había muchos programas y distribución de prasadam. Era inspirador tener la misericordia de verle, escucharle, estar con él toda una semana para escuchar sus clases, hablar personalmente con él y recibir sus consejos e instrucciones. Él era el último en acostarse y el primero en levantarse.
Por mis ofensas, por todo lo que no comprendía o porque tal vez no practicaba con sinceridad, con entrega profunda o entrega total, los devotos y las madres se cansaron de mí y me pidieron que apoye desde fuera del templo, como devota externa. Yo estaba ofendida y triste al principio. Le hablé a Gurudeva diciéndole que si Él me decía que me fuera, eso haría, a lo que en su sabiduría y en su amor, respondió: a veces quien ayuda es quien no estorba, algo así, no recuerdo muy bien sus palabras. Sólo que él quería lo mejor para todos y que principalmente yo deje de cometer ofensas. En ese momento no me había dado cuenta, pero Gurudeva me estaba protegiendo de mí misma.
Por misericordia de Gurudeva, de Sri Radha y Krsna, de las madres y los devotos, a pesar de eso yo no he perdido la fe, seguí practicando mi sadhana en mi casa. Vendía hamburguesas, pero sin sadhu-sanga no se llega lejos. He estado así por tres o seis meses y volví a fumar, a beber, a ir a conciertos, y aunque yo seguía cantando algunas rondas, leyendo, escuchando clases, con el pasar de los meses lo hacía cada vez menos. Dejé de cantar mi Gayatri y me alejé de Gurudeva, ya no le escribí, aunque él sí lo hizo, preguntándome cómo estaba.
El reencuentro
Pasaron los años y el fuego en mi corazón se volvió a encender, volví a escuchar las clases de Gurudeva, sus canciones y conferencias que todavía tenía en CD, iba una vez a la semana al templo, y por misericordia de Gurudeva, ese fuego siguió creciendo en mi interior. Cuando él venía, yo iba a sus conferencias, le seguía a todas partes, le grababa, le sacaba fotos, leía sus libros, cantaba sus canciones, le buscaba en las redes sociales, seguía todos sus programas, las terapias conscientes, la radio, el facebook, el skype, así como fragmentos de dos o tres minutos con enseñanzas y reflexiones profundas y bellas. Por esos pequeños contactos, la Jiva que está en nuestro interior, y Paramatma que está en nuestro corazón, se activan manifestando sus deseos de volver a sentir ese equilibrio, esa paz, esa alegría, ese amor, y el sacrificio, por dejar el alcohol y el tabaco. Un sacrificio sano que me dejaba la sensación del deber cumplido.
Las enseñanzas de Gurudeva, así como su persona, su sadhana, su instrucción, ejemplo, determinación y constancia, así como su arte, sus kirtans y sus clases con preguntas y respuestas. Todo el servicio de Gurudeva, ha hecho que ese fuego se mantenga en mi interior.
Gracias a la invitación que me hizo una madre a un movimiento de economía sagrada, pude dejar mi trabajo y tener más tiempo para hacer servicio, que desde hace mucho era mi más añorado sueño. A partir de los meses de unirme a ese movimiento, renuncié a mi trabajo, lo que ha sido algo hermoso, como quitarse un grillete. Volví a escribirle a Gurudeva y comencé a cumplir los cuatro principios, a cantar las 16 rondas, a hacer sadhana, a tener sadhu-sanga, a estar con madres y devotos y a dedicar un tiempo de calidad comprometido a esta actividad.
He podido atender de nuevo a Sus Señorías, leer, escuchar, compartir impresiones de las clases, de las lecturas, algo realmente hermoso.
Cuando le volví a hablar a Gurudeva después de tanto tiempo, Él me acogió, me abrió sus brazos, me ha disculpado, me ha hablado con amor, me ha dicho que todo está bien y que continúe, que él está contento porque me ve y me siente más fuerte, que lo mejor del mundo es seguir en conciencia de Krsna pase lo que pase.
Mi proceso, ha sido de transformación, muy lindo, reconozco con humildad que hay muchas cosas que no entiendo, en mi caso, este último año ha sido el de mayor revelación. Tal vez no estaba siendo sincera ni deseándolo de una manera más profunda.
Puede que incluso ahora siga sin comprender nada, pero sí tengo ganas de amar, de aprender a amar, de amarme a mí misma, en el sentido de que a mí me da mucha vergüenza quién soy. Hay una canción traducida por Gurudeva que dice: “cuando me analizo, no encuentro nada bueno”, y realmente es así, soy agresiva, lujuriosa, envidiosa, mentirosa, criticona, floja, explotadora y calculadora. Aceptar eso, me causa dolor porque no sé amar, porque tal vez estar cerca de mí es feo, un sacrificio, es incómodo. Entonces, que las madres y los devotos que estén a mi alrededor pasen por eso, me duele, y a veces pienso en alejarme del templo.
Gurudeva y también mi siksa-guru, me dicen, ¡No!, esa es la mente, pase lo que pase hay que seguir. Estoy en ese despertar, aprender a amar, amarme a mí misma y perdonarme en todas las tonterías que he hecho y que hago, y tal vez de esa manera pueda amar de una forma verdadera a todos, empezando por las madres y a los devotos que están cerca, que gracias a ellos es que estoy aquí, y si puedo ver cosas positivas en mí, también voy a ver cosas positivas en los demás.
Estoy aprendiendo a no criticar, y me cuesta mucho. Estoy aprendiendo a ser siempre agradecida, a estar contenta pase lo que pase, sabiendo que todo lo que sucede, sucede por la misericordia del Señor, y cuesta, pero gracias a Gurudeva y toda su inspiración y a la misericordia inmerecida que recibo de Él, quiero hacerlo, a pesar de que hay días que me dan ganas de alejarme, no lo hago.
Bueno, nos invitaron a compartir algún milagro que nos haya sucedido en conciencia de Krsna, y yo pienso que este cambio en mi vida ha sido un gran milagro. Agradezco mucho a Srila Prabhupada por este gran milagro que trajo al Occidente. Agradezco a todas las madres y devotos por su maravillosa compañía.
Oro a Krsna y vaisnavas para que me den fuerzas para seguir en el camino.
Gracias, Gurudeva, gracias a las matajis y los prabhus que por misericordia me acompañan en este proceso, gracias a Sri Sri Gauranga Radha Krsna, confío, confío y confío.
Producción: Ragatmika Bhakti Dd.